Un ex jugador de Patronato que combate desde el estereotipo del futbolista

Bogino

Ignacio Bogino, ex jugador de Patronato que combate desde el estereotipo del futbolista

El defensor Ignacio Bogino debutó en Rosario Central en 2007 y después pasó por varios equipos, entre ellos Patronato donde jugué durante tres temporadas. Actualmente se encuentra en Central Córdoba de Rosario y a medida que fue desandando el camino, trató de darle lugar a algunas manifestaciones artísticas. La pintura, la lectura y la escritura le sirvieron de refugio para soportar la presión de ser futbolista.

“Creo que todo lo que me ocurrió lo tenía previamente a jugar al fútbol. Son cosas que me determinaron de antemano. Después pude mezclar las dos cosas. Y finalmente eso que estaba al principio de mi vida, como el dibujar y expresarme, es lo que me rescató de ese lugar que tuve como jugador. Con el tiempo descubrí que ser futbolista tampoco está separado de eso que me ligaba con el arte. Lo artístico nunca lo vi como una plataforma de vida, en cambio al fútbol sí”, reconoce Bogino en declaraciones a TyC Sports.

—¿Qué cediste de lo que eras para ser futbolista?

—Tuve que perder un poco la sensibilidad. Para cada labor uno tiene que ponerse la máscara. La carrera del futbolista es dura y uno tiene que colocarse un poco la coraza y creo que eso me transformó en una persona menos sensible y por ahí egoísta. Después intenté cambiar. Ahora me estoy retirando de la forma que me hubiese gustado atravesar toda la etapa de jugador. Pero no sé si hubiese sido posible.

—¿De algún modo tuviste que responder a la masculinidad dominante?

—Sí, pero creo que el jugador de fútbol es un poco la exageración de todo eso que es una construcción y no algo natural. En mi caso, como marcador central y con ciertas condiciones rusticas, por ahí eso se exageró un poco más.

—¿Disfrutaste de ser jugador de fútbol?

—De los beneficios que te da ser jugador, no tanto. Fui más esclavo de eso. La primera etapa en Rosario Central no la disfruté porque todo eso que yo tenía idealizado cuando llegué fue un golpazo. Después pasé por Arsenal, que fue seguir cayendo en los mismos lugares, hasta que estuve en Patronato y ahí es como que me empecé a construir de nuevo. Después tuve unos problemas familiares que resignificaron todo y donde me costó cargar con la mochila de ser jugador hasta que, en el final, en un lugar menos conflictivo y de menor exposición como es esta categoría, disfruto mucho más. Fue una batalla. A mí me costó separar esa parte que también me constituía por el hecho de ser futbolista. Para poder entrar tenes que resignar cosas que hacen a lo que sos y ese fue un costo. Es como que tenés que montar un personaje. Pero también reconozco que fue un valor ser futbolista y lo agradezco porque parte de lo que soy se lo debo a eso. Si yo no hubiese jugado no sé si estaría parado en este lugar en donde puedo decir determinadas cosas. Está difícil elegir y yo pude elegir qué hacer y qué quiero ser gracias al fútbol. Al principio respondí al estereotipo y descubrí que eso era medio una trampa, pero con el transcurso de la carrera fui volviendo a mi esencia y hoy puedo despedirme con eso.


Nacho Bogino jugó en Patronato entre 2011 y 2015. 

—¿Cambió en algo el fútbol desde que vos arrancaste o sigue siendo un ámbito machista?

—Por suerte hay una nueva generación de técnicos que ya tiene cuidado con algunas cosas, mismo dentro del vestuario, los compañeros hablamos de forma diferente. Hay cosas que antes se decían y hoy ya no se dan tanto. Es como un cambio generacional. Noto que los jugadores imponen eso y muchas veces algunos entrenadores quedan desfasados. El fútbol sigue siendo un lugar muy complejo y el último bastión de la transformación.

—¿Por qué crees que todavía no se han dado en el fútbol argentino casos de futbolistas que reconozcan su homosexualidad?
Hay cambios en las formas pero, de ninguna manera se va aceptar un jugador homosexual cuando eso simboliza una debilidad en la cultura del fútbol. Por eso es que todavía no hay lugar. Es muy difícil sobrevivir con esa realidad. Aquel que lo reconozca tiene que estar muy fuerte y yo si alguien lo hace, la verdad que me sacó el sombrero porque sería de un valor extraordinario, pero pagaría un costo muy alto en su carrera. Y no hay contención para eso.

—¿Y por qué creés que ocurre es
Lo que sucede es que si vos no respondés a esa lógica de lo que significa ser varón es muy difícil que llegues a ser jugador de fútbol. Es como que tenes que llenar unos casilleros y si no lo hacés quedás afuera y sufrís un montón. Quizás el separarme de ese estereotipo fue lo que me alivianó la carrera. Una vez que fui consciente de esto, siempre intenté demostrar que se puede ser jugador de otra manera. Por ejemplo teniendo relación con el arte, pintando, escribiendo, leyendo. Lo que pasa que la masculinidad hegemónica es la que prevalece y en la que uno se inscribe para sobrevivir pero hay otras.

—¿Y cómo lo sufriste?
Y tuve técnicos que me han dicho cosas, entonces yo escondía lo que hacía porque me daba un poco de vergüenza porque era asociado a la sensibilidad. Por ejemplo decir que me gustaba la poesía, que está relacionado con algo blando, y no a un valor en el marco del fútbol. Y cuando uno es chico tantea el territorio y tenés que tener mucha personalidad para mostrar eso que sos o te gusta. Lo más fácil para sobrevivir es camuflarte y ser parte del rebaño.

—¿Cómo ves el crecimiento del fútbol femenino?
Todos los cambios que se dieron fueron positivos. Lo veo como un efecto de las luchas que vienen llevando los movimientos feministas desde hace mucho tiempo. Y en los lugares conservadores tuvieron que ceder porque si no los llevan puestos. Igual todavía se lo nota incómodo al ambiente. Hay cosas que se ven como forzadas, que no parecen genuinas. Pero en ese aspecto ahora se ven infancias con más posibilidades. Antes, la mujer a la que le gustaba jugar al fútbol era vista como una machona, o lesbiana y estamos hablando de otras formas de ser mujer.
Por último, Bogino cuenta que está terminando una novela y que se puso en la cabeza poder editarla siendo jugador. Cree que “sería bárbaro poder integrar las dos cosas. Me gustaría que eso suceda. De todos modos, cuando me retire quiero seguir escribiendo y pintando. Todo el tiempo que le dediqué al futbol, el día que deje de jugar se lo quiero dedicar al arte. A mí escribir me salvó y me transformó. La lectura es un refugio en donde uno puede encontrarse a sí mismo. El poder de la palabra, el escribir, es muy importante y en el ambiente del fútbol esto tiene que dejar de verse como una debilidad”.

 

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