Por Néstor Banega
especial para ANÁLISIS

Haciendo más de lo mismo, no esperes resultados diferentes. Si tenemos en cuenta esa afirmación y aplicamos el principio de revelación, no esperemos que esta vez los efectos de políticas aplicadas en nuestro país en la década del noventa, acerquen soluciones. Solo podríamos arriesgar que serán cinco veces peor las consecuencias. Es que pasaron cosas.

¿Obstruccionismo desestabilizador? No. Nos basamos, respetuosamente, en la palabra presidencial.

Hace tan solo unas horas, al realizar un análisis de la media sanción que obtuvo el enrevesado proyecto popularmente conocido como Ley de Bases, nuestro presidente, Javier Gerardo Milei, afirmó que, de aprobarse en forma definitiva, podrá hacer una reforma que multiplica por cinco la que aplicó en los noventa su extinto y admirado prócer Carlos Saúl.

En nombre del salariazo el riojano de la jojoba despidió miles de trabajadores estatales y lanzó un programa de privatizaciones que incluyó correos, agua, teléfonos, gas, petróleo y las cajas de jubilaciones. Cualquier parecido con los deseos actuales es pura casualidad.

Capítulo aparte le dejamos a los ferrocarriles. Ramal que para, ramal que cierra dijo el tío de Martín Menem. ¿Las consecuencias? Privó a la Argentina de un medio de transporte estratégico y de bajo costo, dejando aislados miles de pueblos (con su gente adentro). Simples detalles de una revolución productiva.

Mientras estábamos mal, pero íbamos bien, se aplicó una limitación a los aumentos salariales y se apuntó a la productividad, al tiempo que llegaba la aplicación de contratos temporarios, lo que para muchos detractores era simple precarización laboral y no modernizante flexibilización. Hubo que bajar las indemnizaciones para permitir que aquellos que querían contratar nuevos empleados lo hicieran sin temor a sufrir juicios. 

Al menos el actual mandatario lo dice. Se lo tenemos que reconocer, porque el caudillo cuya imagen venera en el Salón de los Próceres (colgado entre Alberdi y San Martín), había explicado que, si en aquél entonces decía lo que iba a hacer cuando asumiera, nadie lo iba a votar. El que avisa no traiciona.

Bien ahí Javier Gerardo: con esos arrestos de misticismo milenarista Milei ya explicó con claridad que los resultados se verán dentro de 35 o 40 años, que habrá que cruzar el desierto siempre y cuando Karina abra las aguas permitiendo el paso de los argentinos de bien.

Así que, en orden a la sinceridad vigente, mejor no hacer planes vacacionales si no son para que los bisnietos conozcan las maravillas del mar.

El presidente, en modo soberbio (su postura natural) arremete contra todo lo que puede, y es porque lo dejan. No encuentra resistencia, por eso da rienda suelta a su derrotero místico.

En el boxeo, cuando un púgil baja sus defensas, se somete a la ferocidad del castigo. ¡¡Es cuestión de tiempo y algunos golpes para que termine en la lona y le griten out!!

El Congreso quebrado, la sociedad indefensa

El Congreso de la Nación Argentina está quebrado. La composición actual tiene solo una parte de responsabilidad sobre este presente débil. Se trata de un cuerpo colegiado de heterogénea construcción, no todos se allanan a los embates de otro poder. Hay excepciones. Esto debe quedar en claro.

Pero en la actualidad la mayoría de quienes lo conforman no pueden, no saben, no quieren, asumir de manera cabal su rol de representación. Se supone que las diversas miradas de la sociedad deben estar allí reflejadas. No se nota demasiado.

Fueron elegidos para, entre otras funciones, controlar que el Ejecutivo no descarrile y también para intervenir, desde la construcción de un cuerpo legal adecuado, en los conflictos sociales. La urdimbre que impida un desmadre.

Nada de eso acontece y se muestran más preocupados por parecer que por ser. ¿Qué canal están mirando? Vivimos tiempos de normalidad, por lo que podrían dedicarse a tiempo completo a discutir o generar leyes.

Sin embargo, asistimos a una catarata de acciones que ponen en evidencia falta de compromiso y claridad para con los ciudadanos.

Viene sucediendo desde hace mucho, pero ahora, las consecuencias de sus omisiones y ausencias, lo acercan más que nunca en el terreno de los responsables.

Nuestro país, por tomar un tema, se quedó sin presupuesto. Las Cámaras tienen la posibilidad de subsanar esta cuestión. Hace algunos días la comunidad universitaria, con un fuerte acompañamiento social, reclamó en las calles porque con las partidas previstas para 2023 van indefectiblemente al colapso.

¿No deberían los legisladores hacer un presupuesto para este año incluyendo los montos que con Justicia reclamaron los estudiantes? Una movida hubo, pero hasta ahí. Faltó pila.

Si el Poder Ejecutivo no cumple con su obligación de confeccionarlo podrían ocuparse, sería lo razonable. Insistir cada día. Atormentar hasta conseguir una reacción.

Pero estamos en tiempos donde lo arbitrario se termina imponiendo. Se aleja a toda velocidad el criterio de razonabilidad y lo que en términos políticos podría semejar una derrota, se presenta como un triunfo. Una anomalía más. 

Todo se va tensando, surgen desequilibrios y se terminan rompiendo bases institucionales. En estas páginas hemos recordado en forma recurrente al genial filósofo del derecho Carlos Nino; casi no queda tiempo, pero vale la pena releerlo intentando comprender su desencanto.

Cuando Roberto Gargarella prologó una edición de Un país al Margen de la Ley, que se escribió en los años 90, señalaba que Nino sufrió frente a las reformas que se introdujeron en materia económica e institucional.

Menciona el descontrolado proceso de privatizaciones y un directo asalto a la Corte Suprema de Justicia de la Nación junto a la concentración de facultades en el presidente de la Nación.

El Milei escatológico volvió recargado y auto percibiéndose de pandero brilloso, dejó en claro que desea una mayoría favorable. Como hizo su prócer.

Si tenemos en cuenta aquél crudo análisis de Nino y tomamos las palabras del presidente Milei, los resultados se multiplicarán por cinco.

Nadie pone freno a los decretos de necesidad y urgencia (DNU) que nacen cuando el Congreso está en funciones. En un estertor de dignidad el Senado Nacional rechazó uno de esos instrumentos, pero hay muchos más generando efectos y dando vueltas.

Por ejemplo, el DNU 55 de este año, que declara la emergencia en el sector energético e impacta sobre las tarifas, el transporte y la distribución de energía eléctrica y gas.

Provincias sin destino

No solo el Congreso pasa por un mal momento. Las provincias, sea cual fuere el partido de gobierno, carecen de fuerza. Les prodigaron insultos, desatenciones. Ofensas que, yendo contra el dicho popular, les resultaron gratuitas a los estrategas del gobierno nacional. Una entrega tácita.

El hábil gerente del grupo Eurnekian, Guillermo Francos, aplica las reglas aprendidas en el mundo de los negocios. Evita que se produzcan uniones que puedan perjudicar la corporación mayor.

Debilita a quienes tienen potencial y no duda en aliarse con aquellos que su jefe solía denostar por representar lo peor de La Casta. Lo que sea para alcanzar sus propósitos. Promete lo que no va a cumplir. Y lo que es peor: le creen.

Así, con métodos repudiables, ha logrado complicidad de los mandatarios provinciales para buscar que el brutal ajuste sostenido hasta ahora en los DNU, vaya camino a tener respaldo de ley.

En los noventa el reformador riojano expandió sus ideas y logró que las provincias entraran en olas privatizadoras. Entre Ríos cedió por esos años a manos de inversores privados su empresa de energía, el banco provincial. Cayó un banco municipal. No pudieron con la Caja de Jubilaciones y Pensiones. Faltó poco.

Además, en ese entonces, el prócer del presente, traspasó a las provincias la educación, pero sin financiamiento. Se desentendió de las obras viales y sanitarias.

Se puede ver parte de los grandes resultados de esas transgresoras políticas (que se verán multiplicados por cinco) en el estado actual de la ruta nacional 14 que recorre la costa este de nuestra provincia y tiene importancia para el desarrollo del MERCOSUR.

Francos logró complicidad de los gobernadores para rebajar salarios. Como en los noventa. Los hace responsables que pierdan aún más tributando ganancias, aunque el salario no lo es. Poco importa. Si el poder adquisitivo se pulveriza es parte del sacrificio. Tranquilos, solo durara cuarenta años.

A las provincias las desfinanció, les quitó cuanto recurso pudo y cuando casi no había aire obligó que se pusieran detrás de sus propósitos. ¿Estará Francos algún día en el salón de los próceres junto a San Martín y Menem?

Mientras tanto, como hace el estado nacional, que las provincias apliquen motosierra y licuadora.

Evitando la regionalización o la constitución de una Liga de Gobernadores con una agenda común, Francos fue exitoso. Va por más: ya tiene detrás de sí a los intendentes que por un efecto dominó en el desfinanciamiento ruegan por recursos para sostener servicios importantes, por ejemplo, el transporte.

Durante el gerenciamiento de la ley de bases Francos se aseguró que Gerardo Zamora, que administra Santiago del Estero desde 2005 (con interregno de su esposa, ex presidenta provisional del Senado y actual senadora nacional) se convierta en uno de sus alfiles. Con dulzura logró que el tucumano Jaldo se pliegue también a este presente tan particular.

Es que Zamora, como Milei, es Gerardo y también aspira a ser considerado un prócer.

Hay que reconocerlo: saben aprovechar al máximo las debilidades de sus circunstanciales oponentes y sobre todo, el de las instituciones.

Mientras hacen pedazos esa asociación ilícita que es el Estado lo usan a discreción para alcanzar sus propósitos (entre ellos la perpetuidad en los cargos).

Esto que compartimos son muestras de un estado de cosas un poco alocado.

Inmersos en una mátrix recargada, donde logrando la confusión perfecta, intentan dejarnos sin energías. Falta menos para que todo sea multiplicado por cinco.