Por Jorge Daneri

Simplificar la biodiversidad de las banquinas y los suelos adyacentes a caminos y rutas, profundizando el mal desarrollo saqueador de nutrientes, aguas y sus servicios ambientales impuestos por el mismo modelo desolador como corredores biológicos de hecho, es de una gravedad asombrosa.

Este modelo productivo ya destruyó y se apropió no solo de los miles de arroyos "públicos" de la provincia y sus funciones de corredores biológicos, de todas sus márgenes -que deberían legalmente permanecer con sus montes nativos- como de miles y miles de hectáreas de líneas de ribera que determina lo que es público de lo privado. Ahora vienen por la apropiación y privatización de las banquinas y los territorios públicos que las acompañan y circundan.

Concretar una ley que habilite el cultivo de especies exóticas de lo que sea y organismos modificados genéticamente en estas áreas lineales en la provincia de Entre Ríos, sin estudios previos de impacto ambiental y más precisamente una Evaluación Ambiental Estratégica, con directa intervención de las áreas de ambiente y salud de la Provincia, como de la Nación, atento las sinergias con rutas nacionales y otras legislaciones comparadas vigentes al respecto, sería de una ilegalidad manifiesta y un desconocimiento de la constitución provincial reformada, de características dantescas.

El artículo 83 de la norma madre de la provincia dispone que el Estado provincial debe "... Asegura la preservación, recuperación, mejoramiento de los ecosistemas y sus corredores biológicos y la conservación de la diversidad biológica. Promueve la creación de bancos estatales de reservas genéticas de especies y prohíbe la introducción de las exóticas perjudiciales."

En el mismo sentido, no se puede negar como ignorar lo expuesto en el artículo 85 en relación a la función social como ambiental de las tierras del domino público, además de las privadas. En este caso es prioritario y de mayor valor colectivo la función social y ambiental de las banquinas y suelos adyacentes, cómo áreas de mínima o básica amortiguación de este delirio productivista contaminador como simplificador vigente en los territorios, que está colonizando, aún mas de aprobarse la iniciativa, el pensamiento y la acción política de los denominados representantes del pueblo, obrando como mandatarios de las corporaciones del agronegocio y los fideicomisos de soja, entre otros intereses cruzados "privado-públicos."

Transitando por el sur y centro de Brasil, desde el parque binacional Iguazú hacia Goiania y Brasilia, como por el Chaco Paraguayo, se puede apreciar o despreciar la arrogancia humana, el sin sentido, la voraz apropiación de los territorios públicos sobre tierras que acompañan los caminos, donde la República de la soja celebra la destrucción de diversidades culturales y biológicas. No existe un solo árbol en miles de kilómetros. Ni uno solo. Y estas experiencias fueron vividas y compartidas durante los primeros años del nuevo Siglo. Ahora el foco del sin sentido está quemando el Pantanal y Amazonia. ¿O el río Paraná Paraguay, qué les está gritando a los Señores Legisladores de Entre Ríos? ¿Qué mundo ustedes están mirando y queriendo intervenir?

Al no existir procesos de construcción social de la norma, podemos afirmar que se está lastimando gravemente Convenciones Internacionales centrales como las de Cambio Climático, Diversidad Biológica, Desertificación, incluso de protección de humedales y la convención CITES (protección de fauna y flora en extinción), y la reciente norma latinoamericana de participación ciudadana y acceso a la información ambiental, el denominado Acuerdo de Escazú, etc.

La lamentable iniciativa legislativa que nos ocupa, reúne las mismas características de la frustrada ley de privatización de los humedales y tierras públicas del Delta Argentino (2012), mayoritariamente dentro del territorio provincial. Es un escándalo más como lo fue aquella ley que no duro vigente más de dos meses, unas de las mayores vergüenzas en la historia legislativa y política provincial. Ahora, esta iniciativa es retrógrada y se lleva groseramente puesto el principio de no regresión en cuanto a la normativa ambiental protectoria, como los principios de precaución y prevención, al no realizar los estudios previos de impactos ambientales, sociales y sobre la salud de quienes transitarán nuestras rutas y sus territorios públicos circundantes, seres humanos como no humanos, de sancionarse la misma.

En semejante contexto, resulta relevante convocar y escuchar a los representantes de la Coordinadora provincial Por una Vida sin Agrotóxicos Basta es Basta que se viene manifestando contra el proyecto de ley que habilita la siembra en las banquinas. “Rutas seguras son sin agrotóxicos: Rechazamos la privatización y fumigación en banquinas”, sostuvieron en un comunicado dado a conocer este lunes. Como una sentencia política, institucional y legal inapelable, el movimiento socio ambiental planteó que la posibilidad de otorgar estos permisos significaría un retroceso en el cumplimiento, aplicación y ejercicio de la justicia social y ambiental.

"La contradicción fundamental radica en el hecho de que queremos preservar las cosas no adhiriéndonos a sus procesos sino a los signos monetarios que las representan.

La realidad es el mundo de los olivares, la fotosíntesis y la cestería, el mundo biofísico cuya más importante concreción se llama la biósfera terrestre o Gaia. Y el dinero es una convención social. Pero el velo monetario oscurece los bienes y servicios biofísicos de los que dependemos (somos ecodependientes e interdependientes) nos hace vivir en un mundo fantasmagórico y con ello nos encaminamos hacia la catástrofe" (*)

Señores Legisladores, no lo hagan, si son representantes del "Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo" de Juan Domingo Perón, o de "La Contradicción Fundamental" de aquella Juventud Radical, o todas y todos, de la Encíclica "Laudato Sí" como nos señaló el presidente Alberto Fernández en su primer discurso frente a la Asamblea Legislativa, y coherentes para con el pueblo de la provincia, No lo hagan. Si lo hacen, el pueblo y la historia, sí los demandarán, no solo desde la memoria, sino también frente a la justicia independiente, aquí, más allá, o en esa otra Sudamérica posible. No tengan duda alguna.

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(*) Jorge Riechmann, Profesor de Filosofía Moral de la Universidad Autónoma de Madrid.