Por Jorge Daneri
 

Los "convenios" con el Presidente de Brasil, expone la política en su versión mas insustentable en términos ideológicos, igual en el marco de los acuerdos  ambientales internacionales, como frente a la revisión radical que el mundo político mas responsable está queriendo desarrollar. Pero sin dudas se manifiesta de una manera realista, arrasadora y brutal frente a los tiempos de la naturaleza, la historia humana en esta región del mundo y su proyección contra-natura, considerando los "consensos" Bolsonaro-Macri. 

Los acuerdos firmados son sobre el desarrollo activo de las energías: nuclear, hidroeléctrica en la cuenca del río "de los pájaros" (Uruguay), de los biocombustibles -en realidad agrocombustibles- porque de biológicos o ecológicos no tienen absolutamente nada y la expansión de la minería.

Existen dos títulos que conceptualizan esta profundización del modelo ultra neoliberal que se comparte en los acuerdos, "zona de sacrificio" elegida y servilmente aceptada para el Cono Sur y la "República de la Soja" liderando un escenario extractivista mega exportador, así, a una escala impensada. Del granero del mundo al supermercado del mundo en los deseos del Presidente Mauricio Macri. Un produconsumismo delirante e ilimitado.

El presidente Trump celebra estos acuerdos, seguramente los bendice también. Pues Dios vuelve al discurso como salvador político de la derecha mas retrógrada que hemos observado en estos últimos casi 30 años en el Cono Sur, sin olvidar a Carlos S. Menem, claro. No existe duda que tanto Macri como Bolsonaro no han estudiado la última Encíclica de Francisco "Laudato Sí", sino evitarían cualquier referencia a Dios y su representante en la tierra madre.

Un problema y sus salidas al mismo, resultará ser el cómo nuestro pueblos van a soportar, tolerar e incluso legitimar mas que estos acuerdos, sus consecuencias frente a la injusticia social, ambiental y climática que producen y acentúan de manera demoledora.

Frente a este escenario de mega negocios en infraestructura y modelación autoritaria de los territorios, mercaderes  diplomáticos extra-atmosféricos, ¿que nos podría proteger, ayudar a resistir, limitar e incluso detener?.

Existen algunas respuestas positivas y por lo tanto esperanzadoras. Sin dudas en Argentina es el pleno ejercicio del federalismo de concertación, el valor de las autonomías provinciales y la apropiación plena de la democracia participativa. La democracia ambiental adquiere un valor enorme frente a este contexto desolador.

Podríamos ensayar que frente a estos modelos energéticos de la derecha delirante en Sudamérica, podemos aportar los modelos energéticos milenarios de los tiempos de la naturaleza.

Pero la magia de la madre tierra, los impulsores de estos contratos entre los dos gigantes de Sudamérica, Presidentes y Ministros "competentes"  ni siquiera lo pueden ver, no los ven pues no está en el espectro de su agenda satelital consciente desde la lógica de su racionalidad financiera de esta visión de la racionalidad del antropoceno. Es que contemplan al mundo como una mercancía, su cotización en la bolsa de Chicago y en la propia. Es lo que saben hacer y los enriquece en su egolatría desenfrenada desde la cultura de los paraísos fiscales. Son las antípodas a la diversidad de los tiempos de la madre tierra. Pero no nos engañemos. No es la maldita grieta. Los que quieren volver al poder nacional firmaron acuerdos parecidos con China y estos señores CEOs los ratificaron. Son las mismas energías abiertas a los mejores negocios para unos pocos. Es la mesa de una casa de remates que se llama Argentina y ahora Brasil. Es verdad, podemos discutir el cómo se distribuye en términos e indicadores sociales. Pero el modelo no perdona y es funcional a las mayores injusticias sociales y ecológicas, a corto y mediano plazo.

Son las políticas del saqueo y la resignación. Mas de lo mismo. Frente a la política vigente en la Mesopotamia y el Cono Sur, no solo resistir abrazados a los tiempos de la magia de la naturaleza, que seguramente pondrá limites a esta voracidad. Sino que además, debemos, los que no caemos en este teatro ideológica y pragmáticamente contaminado y así vaciado, hacer política desde lo no partidario en el contexto militante de los movimientos sociales y más aún vivenciar política partidaria en los escenarios diversos que terminen de comprender la necesaria confraternidad constituyente en una agenda cívica y de gestión que contenga a las minorías transformándose en una nueva mayoría, en una tercera vía social y verde. Raúl Alfonsín decía, la de los comunes denominadores que nos convoque a militar la Unión Nacional.

Los de los acuerdos con Brasil están en las antípodas de esos comunes denominadores, de esa agenda común, por insustentables y profundizadores del saqueo.