Por Nahuel Maciel

(Enviado especial de ANÁLISIS DIGITAL)

Los Tribunales de Juicio y Apelaciones de Gualeguay, retomaron hoy el debate oral y público de la causa en la que está imputada por privación ilegítima de la libertad la religiosa Luisa Esther Toledo, quien fue al momento de los hechos priora del Monasterio de la Preciosísima Sangre y Nuestra Señora del Carmen, de Nogoyá, conocido como el Convento de las Carmelitas Descalzas.

En agosto de 2016, la edición papel de la Revista ANÁLISIS denunció las torturas y la privación ilegítima de la libertad que sucedían en el convento Carmelitas Descalzas de Nogoyá, en al menos dos casos.

La denuncia periodística derivó en la intervención del Poder Judicial y el fiscal Federico Uriburu dispuso de una investigación que terminó con la elevación a juicio contra la ex titular del convento, Luisa Esther Toledo, por la comisión del delito de privación ilegítima de la libertad.

El Tribunal de Gualeguay -integrado por los magistrados Darío Crespo (quien lleva adelante la dirección del debate), y los vocales Javier Cadenas (segundo voto) y Alejandra Gómez (tercer voto), reanudaron hoy la segunda audiencia.

Por su parte, el Ministerio Público Fiscal -integrado por el fiscal Rodrigo Molinas y el fiscal general coordinador Jorge Gamal Taleb- trajeron a la sala a los primeros testigos, todos familiares directos de una de las víctimas.

Mientras que la defensa particular de la imputada –que es ejercida por los abogados Miguel Ángel Cullen y Guillermo Vartorelli- explicaron que por razones de salud Luisa Toledo no asistirá a la audiencia y ellos la pondrán al corriente.

A las 9:15 el Tribunal habilitó el debate en torno a la causa 186/18, caratulado “Luisa Esther Toledo S/Privación ilegítima de la libertad”, dos hechos.

Las audiencias continuarán los días 14, 18, 19, 25, 27 y 28 de junio.

Testigos

En la jornada de hoy declararon tres testigos. Se trata de dos hermanos y la madre de una de las víctimas, que declaró el martes cuando se inició el juicio.

En los tres casos, dieron cuenta de cómo era la víctima SGA antes de ingresar al Convento; cómo fue cambiando tanto en su aspecto físico como psíquico y espiritual desde 1999 hasta 2013; y cómo comenzó su franca recuperación una vez que recobró su libertad al irse del Convento.

En los tres testimonios se coincidió en los malos tratos, tormentos y mortificaciones que debió atravesar la víctima; pusieron como ejemplo dos casos extremos donde intentó atentar contra su propia vida: una en el convento cuando atormentada por los castigos de la madre superiora Luisa Toledo, azotó su cabeza contra el piso; y la segunda apenas recobró la libertad a través de una ingesta de pastillas.

También dieron cuenta de las manipulaciones y controles que intentó ejercer Luisa Toledo. Al salir del convento, la víctima inició un tratamiento psicológico con un profesional recomendado por la madre superiora; pero en la primera sesión se dio cuenta que al profesional lo único que le interesaba era cómo la habían tratado en el Convento. Desconfío y decidió cambiar de psicólogo.

Ese mismo día, la madre superiora la llamó a su casa y le comentó detalles muy pormenorizados de la sesión de terapia que hacía pocas horas había tenido; lo que demuestra la persecución, control y manipulación que Luisa Toledo pretendía seguir ejerciendo sobre ella.

Los testigos (dos hermanos y la madre) fueron coincidentes en narrar los diferentes castigos que le imponían a la víctima; incluso aclararon que, si ella manifestaba alguna queja, la reprimenda iba en aumento por lo que optó por acatar esos tormentos para no agravar su situación de malos tratos permanentes.

Por eso en los alegatos de apertura, el fiscal Gamal Taleb sostuvo que el Tribunal podrá comprender cómo se “afectaron bienes jurídicos esenciales de la persona humana. Tan esenciales que son aquellos bienes jurídicos que nos definen como sujetos de derechos, me refiero a la libertad y a la autonomía de la voluntad, que son el fundamento de la dignidad humana”, recalcó citando el libro “Metafísica de las costumbres” de Immanuel Kant, escrita en 1797 sobre filosofía jurídica y ética.

Taleb destacó que las víctimas manifestaron en reiteradas oportunidades (de manera verbal y escrita) su deseo y voluntad de retirarse del Convento, pero sus pedidos nunca fueron siquiera escuchados o tenidos en cuenta; y en cambio padecieron prácticas “medievales y aberrantes que son contrarias al estado actual de la civilización, al Estado de Derecho y al sistema universal de los Derechos Humanos, que valen para todos”.

Este juicio si bien es a puertas abiertas, presenta aspectos desgarradores sobre la maldad del ser humano, aunque esté arropada de hábitos; y la capacidad de los inocentes de soportar tratos crueles e inhumanos. Por sus características, hay detalles que se tornan difíciles de publicar sin revictimizar a quienes han sido dañados física, psicológica y espiritualmente. Pero, que alcance con saber la paradoja que las víctimas habían ido a ofrecer sus servicios a una Casa de Dios, y en rigor, la madre superiora les hizo vivir un calvario innecesario, un suplicio de tormentos inhumanos; que imitaba el infierno en la tierra.