Claudio Cañete
Lito Senkman confiesa que se siente más cómodo y con más libertad haciendo teatro en espacios pequeños, dentro del teatro independiente y no en la lógica comercial y de las grandes salas. Está convencido de que las obras se hacen porque se produce un verdadero encuentro entre el director y el actor, una química especial que permite trascender el texto dramático interpretado y llegar así a una interpretación que no sale del guión sino del espíritu de trabajo generado desde la creatividad. Marcelo Estebecorena, joven actor y director, anhelaba desde hace un tiempo conocer y trabajar con el maestro de sus maestros, y de esa manera confirmar si sus estudios e investigaciones realmente eran herramientas valederas en su experiencia sobre los escenarios. Prácticamente se autoconvocaron y coincidieron para llevar adelante Efectos personales, un texto de la gran dramaturga Griselda Gambaro, una pieza que al espectador le exige reflexión y búsqueda de mensajes entre líneas, mientras que al director y al actor les exige poner imaginación y creatividad para dar vida a un planteo complejo en clave de unipersonal. La historia es simple en apariencia, pero no tanto. Lo cierto es que los que no pudieron verla, tienen tiempo durante todo el mes de abril, en que continuará en cartel: en el andén de una estación semi abandonada de un pueblo, un violinista que viene de dar un concierto espera que pase un tren que le permita regresar a casa. Y en esa espera, se enfrenta a sí mismo, tratando de encontrar el sentido de su existencia, su condición de artista, su elección de vida y su idea de qué es la libertad.
-¿Cómo fue el inicio de temporada y por qué esta obra de Griselda Gambaro?
Lito Senkman: -Comenzamos a comienzos de marzo, con una doble función los viernes y sábados. El texto de la obra fue escrito entre el 88 y 89, una época especial del país. A mí siempre me interesó la dramaturgia y la manera de encarar el teatro que tiene Griselda Gambaro. Y ésta era una obra que siempre me gusto, la tenía guardada en un cajón hace mucho tiempo porque no encontraba todavía al actor que podía o que yo me imaginaba que podía encarnar al personaje principal. Creo que combina introspección, humor y cierto drama. Cuando Marcelo me llama para ver si podíamos trabajar juntos, además del entusiasmo que me generó la posibilidad de trabajar con él, ahí me acordé de la obra. Por las características personales, por el rol que él tiene, por su manera de ser, me recordó bastante al perfil del personaje: un músico andariego que anda de pueblo en pueblo, tocando. Inmediatamente nos pusimos a trabajar el unipersonal, una instancia más complicada para cualquier actor ya que no tiene un antagonista presente o un partenaire. Concretamente empezamos a trabajar con los ensayos en febrero de 2011, primero en las instalaciones de la Universidad Nacional de Entre Ríos, luego en el último tramo directamente en la sala de La Hendija. El ensayo es la cocina de una obra, en el más estricto sentido, es donde se prueba, se estudia, nos hacemos mutuas devoluciones sobre lo que nos parece que cada uno va poniendo en la construcción de la obra.