Jorge Riani
El Gitano se hace esperar. En ese tiempo, hasta que emerge del interior de una casita humilde, alguien que llega de afuera encuentra la oportunidad de preguntar por el precio de una moto que se exhibe en el gran espacio abierto que antecede a la construcción que Eduardo Gitano Romeo tiene por casa. Cerca de la moto hay dos tablones repletos de cosas para la venta, pero dispuestas casi de modo en que parece recrear un altar de Iglesia. Libros viejos y ajeados se mezclan entre imágenes religiosas y ángeles paganos que imprimen un acento kitsch al lugar. La población de objetos inanimados parece recitar una versión vernácula y barrial del Cambalache.
En un rinconcito de la mesa principal se ve “Rebeldes y ejecutores”, el primer libre del director de esta revista, donde se describen las andanzas pistoleras del Gitano Romero.
El Gitano se hace esperar unos minutos. Cuando sale, camina lento y mide las palabras al momento de saludar. Antes de cualquier diálogo requiere dos cosas del cronista de ANALISIS: una credencial de prensa y que demuestre si conoce el artículo 19 de la Constitución Nacional.
Empezamos mal. No había credencial en ese momento, pero un carnecito que acredita la pertenencia del cronista a la obra social de los trabajadores de prensa permite superar la primera prueba. “¿Qué otra cosa me preguntó? Ah, el artículo 19: “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública…”, recitará este cronista como condición para sentarse a hablar.
El Gitano se alegra por la respuesta. Y se anima. Recién entonces extiende la mano en forma de saludo. Le otorga al entrevistador la responsabilidad de elegir el asiento más cómodo de entre una docena que tiene para la venta y aclarará que no tiene ningún problema en responder lo que sea, ni inconvenientes con que le tomen fotografías.
En el diálogo fluirán historias negras y desfilará una galería de personajes. Como el policía Carlos Balla, el otro condenado por el crimen del escribano Rubén Calero en 1991. El ex gobernador Enrique Tomás Cresto, en cuyo mandato, Romero se manejó con un poder que parecía ilimitado. También se mencionará a lo largo de tres horas de diálogo a Jorge Fadil y Luis Lenzi –que estuvieron también procesados en el mismo caso por el cual condenaron al Gitano–, y a dirigentes políticos como José Carlos Halle, Jorge Busti.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS)