P. R.
-¿Con qué expectativas llegó a nuestro país para ser parte de esta clínica internacional?
-Para mí significó la oportunidad de estar nuevamente en la Argentina, donde cada vez que vengo siempre la paso muy bien. Después, cuando uno está como disertante de una clínica es más lo que aprende que lo que enseña. Ése es mi objetivo cada vez que tengo la oportunidad de compartir momentos con otros entrenadores, es estar en un lugar que me gusta mucho, rodeado de gente que también le gusta y mucho lo mismo que a mí, que es básquetbol. Entonces, más que yo enseñar, es el compartir experiencia y conocimientos con otros colegas que también saben y mucho.
-Uno imagina que un entrenador tiene la satisfacción de comandar un equipo y de intentar transmitir criterios de juego, pero estar al frente de colegas, explicar situaciones de juego y volcar lo que saben debe ser altamente complaciente.
-Debo reconocer que haber estado acá es un reto enorme, mucho más de lo que ustedes creen. Para mí, en este caso, es estar en frente de colegas que saben mucho de básquet y no necesariamente ven este deporte de la misma manera que yo. Entonces, como decía, es más un compartir que el estar al frente enseñando a otros entrenadores. Las ideas de que un expositor dé a conocer conceptos es para que el entrenador los tome o no. Por eso digo que es una capacitación para todos, es una charla muy peculiar porque estás con gente que también sabe de básquet.
-En las transmisiones de ESPN se nota que usted tiene una admiración especial por el básquet argentino porque siempre hace buenos comentarios. Y los hace a partir de la calidad de los jugadores de nuestro país.
-Siempre lo digo, soy un admirador del básquet argentino. Desde el año 90 que estoy compartiendo y compitiendo con el básquet argentino. De hecho, en el año 94, en un torneo internacional en Rusia, a la Argentina no le iba muy bien. Un periodista de este país, el único que estaba siguiendo la campaña del equipo, me preguntó cómo veía al básquet de la Argentina. Yo en aquel entonces le respondí que veía una calidad táctica y técnica asombrosa de sus jugadores. En aquel torneo dije que Argentina tiene jugadores de alto potencial y lo que le faltaba para dar el salto de calidad era que ellos se la creyeran. Por aquel entonces en Argentina siempre se valorizaba al rival pero nunca se potenciaba lo que se tenía. Era una situación distinta a la que atravesaba Puerto Rico. Hoy en día los papeles están invertidos. El básquet argentino está arriba porque saben lo buenos que son, mientras que en mi país aún estamos buscando el juego que nos dé confianza para así volver a escalar y ubicarnos un escalón más arriba.
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