Silvio Méndez
Al sistema de distribución de agua de la ciudad no le faltan problemas. A las últimas e incontables roturas de caños, se le sumó la semana pasada la del tubo principal que llega a los centros abastecedores. La línea maestra de 900 milímetros estalló en una de sus tantas e infructuosas pruebas y se sumó a la reciente fisura detectada en la pileta de la distribuidora Lola Mora, que no tuvo trascendencia pública. La sucesión de daños en las líneas troncales obligó a que se evalúe un plan de emparche. Desde la vieja potabilizadora ubicada en el Cristo Redentor se tendería una unión hacia el sur con el centro Parque del Lago, así como se ha pensado en refuncionarizar la vieja cañería de hierro fundido proveedora de agua cruda. La vulnerabilidad del diseño se ha hecho más que evidente, así como oneroso, tal como lo prueba los 300.000 pesos que se pagan por energía eléctrica y los 100.000 más de multa por consumo en exceso que demandan los nuevos motores de bombeo. Las advertencias realizadas vuelven a tomar cuerpo dando entidad a los cuestionamientos que apuntaban que el nudo estaría en distribución y no de producción del vital elemento.
La semana pasada otra vez reventó uno de los caños principales de distribución de la nueva potabilizadora de la ciudad. La rotura se produjo a una altura tras el cruce por Avenida Circunvalación, en el estrenado tubo maestro de 900 milímetros que está pensado para abastecer de agua potable a los centros de distribución Lola Mora, Seminario y Parque del Lago. El inconveniente se produjo cuando, por enésima vez, se realizaron los ensayos piloto, luego que la red fuera habilitada fugazmente en abril y sacada de uso en mayo a raíz de lo daños en el conducto. Según trascendió, no ha sido la única falla en esta línea que fue emparchada en varios tramos.
Prueba tras prueba, el caño ha reventado sucesivamente en distintos lugares, lo que hace imposible prever un momento certero de la puesta en funciones de la red. Si bien la comuna habría logrado comprometer un resarcimiento económico a la empresa encargada de estos trabajos, también circuló un rumor que las firmas responsables, Hidroconst-Isolux y al representante técnico de Petroplast, abandonarían finalmente sus prestaciones, aunque esto no fue confirmado.
Pero este no es el único inconveniente. A mediados de agosto, trascendió que se quebró la pileta del centro distribuidor Lola Mora (barrio AATRA III). La rajadura en la estructura de hormigón se intentó contener con un terraplén de tierra y luego se realizaron tareas mediante las cuales se le aplicó una manta impermeabilizante. Un problema de esta índole se suma a la grieta advertida a fines de 2007 en el hormigón de la cisterna mayor de la infraestructura ubicada en Echeverría y Rondeau, así como la del tanque de distribución del centro Seminario que, en este caso, literalmente se desfondó a principios de este año.
Más allá que se evidencia que los materiales no serían los adecuados en su calidad o que existiría una deficiencia en las arquitecturas de ingeniería, la vulnerabilidad del diseño del nuevo esquema fue admitida oficialmente. A mediados de mes pasado, el secretario de Saneamiento de la Municipalidad, Juan José Moreno, adelantó que se evaluaba realizar una modificación en la red principal de distribución de agua que consistiría, básicamente, en rehabilitar para el uso como procesadora de la antigua planta ubicada en el Cristo Redentor. Las obras consistirían en conectar con grandes tuberías desde este centro productor de agua hacia el sur con la distribuidora Parque del Lago, en barrio Gazzano.
Además, se prevería realizar otra toma de agua cruda para poder refuncionalizar el viejo caño maestro de 600 milímetros de hierro fundido que se conecta a la planta ubicada en Avenida Ramírez. Los costos, estimados al boleo, serían de unos 12 millones de pesos más que se sumarían a los más de 100 millones que inciertamente se calcula ha demandado la interminable construcción de la nueva planta.
Esta última posibilidad de empalme, se abrió a partir de la rotura del conducto principal que transportaba agua cruda al Cristo desde la nueva planta. A fines de julio, este caño relativamente nuevo, de 750 milímetros de diámetro, instalado durante la Intendencia de Mario Moine (1987-1991), explotó en calle Rondeau a la altura del Barrio Médico. Esta pieza de poliéster reforzado en PRFV, desvinculada de esta función original que era transportar agua cruda y pasó a llevar agua potable desde la nueva planta, habría colapsado producto de la extrema presión de las nuevas bombas.
Este dato se vincula a su vez con la modalidad escogida respecto a la ubicación y modo de tracción del líquido elemento en el diseño. Mientras desde la vieja planta una buena parte se aprovecha la diferencia de gravedad, ya se que se encuentra en una de la cotas más altas de la ciudad, la nueva debe usar poderosos motores para abastecer a todos los centros distribuidores, incluso los más alejados como el de Parque del Lago. Según la ficha técnica, se trata de 8 bombas de impulsión centrífugas verticales de 1.150 metros cúbicos por hora que se han agrupado en dos unidades.
Tamaña capacidad demanda una energía tal que la comuna debe erogar 300.000 pesos más de lo habitual por bimestre. Además, a esto se le deben añadir 100.000 pesos más de multa por el exceso de consumo.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
