Juan Cruz Varela
El empresario Roque José Carmona continúa detenido en dependencias de la Delegación Paraná de la Policía Federal desde septiembre de 2004, luego de la denuncia efectuada por ANALISIS en junio de ese año, en la que se diera cuenta de una millonaria estafa estimada en unos 40 millones de dólares en Paraguay, donde tiene pedido de captura desde 1999. Pero paralelamente, fue denunciado en la Justicia provincial por el presidente de la empresa constructora Casa Top por la emisión fraudulenta de 755 cheques apócrifos. A pesar de las gravísimas pruebas en su contra, el ex juez Héctor Toloy -antes de su jubilación- le dictó la falta de mérito. Hoy, mientras la Corte Suprema está a punto de resolver sobre el pedido de extradición al Paraguay, la causa en los tribunales entrerrianos ha tomado otra vez impulso, de la mano de un nuevo magistrado. ¿Podrá Carmona evitar la extradición a través de un ardid judicial? ¿Serán las calles paranaenses su refugio o lo espera la peligrosa cárcel de Tacumbú en Asunción? Enigmas que podrían develarse en las próximas semanas.
Los días de Roque José Carmona transcurren difíciles en la sede de la Delegación Paraná de la Policía Federal. El hombre calvo aunque canoso; de 53 años, divorciado, con tres hijos; de profesión arquitecto; espera ansioso una inminente resolución de la Corte Suprema de Justicia de la Nación para saber si recupera la libertad o es extraditado al Paraguay. Aunque tiene una celda especialmente acondicionada en la que cuenta hasta con un teléfono celular personal, su estado anímico se ha deteriorado. Cuentan que recibe visitas de familiares y algunos amigos que le llevan elementos para aliviar la prisión, pero que ha adelgazado varios kilos y que hay días en los que la diabetes que padece desde hace más de una década -y por la que sus abogados pretendieron trasladarlo a un hospital-, realmente lo afecta. En cambio, el ex juez de Instrucción Héctor Toloy está disfrutando de sus primeros tiempos como flamante jubilado, mientras prepara su vuelta, en principio como abogado en el estudio de su hija, aunque no descarta en el futuro volver a la arena política y sumarse a las filas del bustismo que tanto defendió desde su despacho de Tribunales.
Aunque sus vidas parecen transcurrir sin ningún paralelismo, en un punto chocaron. Fue cuando un socio de Carmona se presentó ante Toloy para denunciarlo por maniobras irregulares cometidas en la emisión de cheques y en el desvío de materiales de construcción para otros fines. La causa transcurrió y se fueron acumulando elementos de prueba, hasta que finalmente el empresario fue citado a prestar declaración indagatoria en calidad de imputado como presunto autor responsable del delito de estafa. Pero Carmona nunca compareció ante el juez, que no obstante le dictó la falta de mérito el 5 de noviembre del año pasado, a pesar de la gran cantidad de pruebas obrantes en su contra.
El 25 de octubre de 2004 se inició la Causa Número 37.879 caratulada “Carmona, Roque José s/estafa” a partir una presentación efectuada por el presidente de la empresa constructora Casa Top Sociedad Anónima, Carlos Rubén Fernández, en principio para evitar el pago de alrededor de 755 cheques con graves irregularidades -que incluirían la falsificación de la firma de algunos de los socios-. La denuncia fue ampliada el 29 de octubre, cuando se abundó en detalles sobre las imputaciones contra el empresario nacido en Goya, Corrientes, pero tristemente famoso en Asunción.
En su presentación ante el juez, el titular de la firma, que también integran José Carlos Aladio Calveira y César Augusto Fernández, mencionó a Carmona como la persona designada desde el inicio de las obras ejecutadas en Paraná (sendas torres en calle Nogoyá casi Corrientes y en Santiago del Estero y Cervantes), para la administración de las mismas, con todas las responsabilidades inherentes a tal cometido, lo que convirtió al empresario “en la cara visible de la empresa, a tal punto que todos los paranaenses tienen la creencia de que Don José, como se lo suele llamar en Paraná, es el dueño de las inversiones comprometidas en los edificios construidos y en construcción, sensación que no se condice con la verdad real, ya que es sólo un importante empleado de Casa Top”, precisó.
Según pudo establecer la empresa, Carmona giraba semanalmente al Directorio una minuta, especificando a qué proveedor se le debía, monto a abonar y por qué concepto. Esa minuta era acompañaba por un informe sobre la justificación del gasto y del respectivo cheque sin firma. Tras un contralor, y de resultar aprobado, se firmaba el valor y devolvía a Carmona o Aladio para que cualquiera de ellos lo complete con su firma, puesto que aquel había sido habilitado, previo acuerdo entre los socios, para operar con cheques y con su firma contra la cuenta corriente de la citada entidad financiera, aunque con un requisito insalvable: la orden conjunta se legitimaba únicamente cuando los valores llevaban la firma de uno de los hermanos Fernández con la de Aladio o la de Carmona.
Pero luego de un incidente sobre un automóvil, se comenzó a sospechar que Carmona libraba cheques para cubrir gastos personales, ajenos totalmente al giro habitual de la empresa, lo que “pudo determinarse por el hecho de que no coincidían las cantidades de cheques que el Departamento Auditoría había registrado como librados para ser imputados a gastos ordinarios del giro comercial, con los que efectivamente iban a la cuenta corriente del banco para su cobro”. Pero el punto culminante de la maniobra ilícita salió a la luz cuando se llegó a descubrir que algunos cheques no sólo no tenían nada que ver con gastos de la empresa, sino que las firmas de Fernández y de Aladio Calveira eran apócrifas. Esa maniobra dejó a Carmona al descubierto “por ser quien manejaba en forma habitual, permanente, personal y exclusiva el pago a proveedores de la firma, disponiendo la entrega de cheques a los mismos, de su propia mano”.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
