-Conservadores, inquisidores y truchos. Es muy difícil que un sistema político perdure sin consenso; en el caso de la democracia, mucho más. Toda fracción política por fuera de sus convencimientos necesita compaginar su propuesta en un arco más amplio de pareceres. Si esto es un requerimiento común a cualquier propuesta, es imperioso para aquellas posiciones que se ubican en los extremos del arco. Estos principios del desenvolvimiento político constituyen un patrimonio de la cultura de los tiempos que vivimos, construidos en aprendizajes dolorosos. La experiencia indica que las posiciones extremas si no se insertan en contextos concretos agravan los problemas que pretenden resolver. Sin embargo, en el mundo y en nuestra comarca también aparecen tendencias temerarias dispuestas a arremeter no importa a qué costo con tal de imponer sus apetencias. Sucede en la elección del nuevo Papa, Benedicto XVI, una figura encuadrada en las posiciones más recalcitrantes de la Iglesia. Y sucede más allá de que su radicalismo derechista expone a la Iglesia a un mayor divorcio de la sociedad, a seguir perdiendo feligresía y por último a tener que enfrentar una alternativa cismática. La suma de objeciones no hizo dudar a Joseph Ratzinger, tanto que en la homilía de la misa previa al concilio detalló toda su fiereza dogmática llena de admoniciones y amenazas. El apriete fue eficaz, incluso para romper la norma no escrita, y aquel que entró cardenal salió Papa. Pero en verdad este tipo de barbarismo no es invento de los cardenales.
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-Y por casa. Mirado desde el mapa universal podría decirse que son problemáticas macroeconómicas despreciables, pero para muchos entrerrianos son problemas que les arruinan la existencia y tienen que ver con el quehacer de todos los días. El intendente Juan Carlos Cresto (PJ) cuando pretende condonar la deuda del empresario Américo Gualtieri con el municipio está resolviendo un negocio de circunstancias que en ningún caso está ligado a una perspectiva de inversión empresaria que impacte en el crecimiento económico de Concordia. Seguramente Domingo Daniel Rossi (PJ) en Santa Elena sea otro ejemplo fuerte de lo que se quiere afirmar. La primera vez que se privatizó el frigorífico de la ciudad, además de resolver muchas apetencias personales de funcionarios de toda escala, también estaba imaginada en una propuesta de inversión para el funcionamiento de la planta. Y esa propuesta tenía algún tipo de razonabilidad por el contexto que se vivía. Hoy se sabe de movida que el empresario Sergio Taselli no va a levantar nada en Santa Elena, que sus pretensiones de hacerse del frigorífico están ligadas en el mejor de los casos a negocios de desguace y chatarra. Pero esta perspectiva de gestión que fue la característica dominante cuando Carlos Menem gobernó el país no se agota en las ciudades de Cresto o Dany Rossi. El gobierno provincial también está penetrado por esa lógica y esa práctica en espacios decisivos.
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-La Intervención. La miseria política que fundamenta estos procesos intervencionistas -como el reciente del IOSPER- determina la violencia con que son impuestos. Si es como decía el gobierno de Jorge Busti, su preocupación estaba centrada en el funcionamiento del instituto pues la “enfermedad” del presidente Francisco Medero inmovilizaba la gestión, la ley habilitaba la Intervención en ese aspecto, a fin de remover el obstáculo. La intervención exclusiva de la presidencia no cuestionaba el carácter de una gestión elegida por el voto de los usuarios, es decir de los trabajadores. El Ejecutivo provincial eligió el camino de la remoción total del Directorio, nombrando interventor a Miguel Sampietro. De esa manera la medida del gobierno de Busti pone en cuestión la eficacia de una gestión elegida por los trabajadores en la pretensión de legitimar la ligazón estructural de la obra social a la Secretaría de Salud, según las apetencias de la ministra del área, Graciela Degani. Desde ahí que es importante reflexionar sobre la violencia institucional que encierra la Intervención así como fue dispuesta. Así como Menem, en su momento, adoptó algunas medidas a extremos que ni siquiera la dictadura se había animado, Busti lleva adelante una medida que el gobierno de Montiel tuvo sobre la mesa desde su primer día de gestión y que sin embargo se fue sin tomarla.
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-Un “No” rotundo. Alrededor de 40.000 personas se congregaron el sábado en torno al Puente San Martín que une la ciudad de Gualeguaychú con Fray Bentos en la costa de la República Oriental del Uruguay, para hacer conocer su rechazo a la instalación de celulosas que viertan sus desechos al río Uruguay. El acontecimiento es motivador en varios sentidos. La movilización de tantas voluntades en contra de la instalación de una planta industrial que agrede al medio ambiente constituye un acto de conciencia social muy valioso que en la actualidad reviste una importancia creciente y fundamental. Hay que tener en cuenta que estas industrias sucias se instalan como únicas alternativas de gran inversión y demanda de mano de obra en los países periféricos flagelados por la desocupación. Entonces, resistir este tipo de chantaje comprende un alto sentido de responsabilidad social y un gran coraje. Que la movilización haya congregado voluntades de los dos países también es un hecho altamente auspicioso y esperanzador.
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-El peronismo pejotista y un poco más allá. La convocatoria al congreso partidario del PJ, convocado para la semana próxima en Villaguay, y la fecha cierta del 6 de agosto -establecida por un decreto del Poder Ejecutivo Nacional- para realizar en todo el país internas abiertas y simultáneas han motivado que por las tranquilas aguas del peronismo comiencen a surcar olas que traerán y llevarán material a distintas orillas. El intendente de San José, Eduardo Jourdán, grafica con la sutileza frontal que lo caracteriza la situación interna del PJ. “Arribar a una lista de consenso en el peronismo entrerriano es tan difícil como que yo sea candidato a Papa”, afirma, poniendo blanco sobre negro el vaciado slogan oficial de la lista de consenso. El congreso es convocado al solo efecto de adecuar aspectos de la Carta Orgánica del PJ provincial a lo establecido por la norma nacional, pero el oficialismo partidario no dejará pasar la oportunidad para dar una muestra de masividad que reafirme su carácter mayoritario y controlador de casi todos los movimientos internos. Resonarán nuevamente discursos que prometan apoyo eterno al gobernador y al Presidente, y no faltarán aquellos -más papistas que el Papa- que lanzarán denuestos en contra de quienes se atreven a tener una mirada crítica sobre el accionar del gobierno o de la conducción partidaria. El ex intendente de Concordia Hernán Orduna (PJ) lanzó en estos días una reflexión que puede traer cola. Sin tener información fina de las pulsaciones del justicialismo de Gualeguaychú pidió que “el congreso del PJ tenga una postura abierta y flexible que permita el retorno de todos aquellos compañeros que se fueron”, y en tren de ejemplificar nombró al intendente de aquella ciudad, Daniel Irigoyen.
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