Por Rodrigo Peruzzo (*)

Juventud no pudo salir del fondo durante todo el Federal A y terminó consumando la pérdida de la categoría en la penúltima fecha, con un rendimiento pésimo de sus jugadores. Un plantel mal conformado, desaciertos para elegir técnicos, inacción para traer refuerzos y motivaciones personales por fuera del club fueron un combo letal para el Decano.

De principio a fin Juventud fue el peor equipo del Torneo Federal A y su final se veía venir. Todo comenzó a principio de año cuando empezaron los chispazos entre el grupo de dirigentes autodenominado “Juve Social”, comandado por Felipe Martínez Garbino, y el Beto Acosta. Las diferencias eran por los refuerzos que pretendía el DT y los que la dirigencia les quería imponer, producto de vínculos y negocios con ciertos representantes.

Lo cierto que de esas idas y vueltas resultó lo peor: un plantel mal armado, con jugadores desconocidos y sin jerarquía, a tal punto que muchos de ellos ni siquiera debutaron. Un mal comienzo del Decano precipitó las diferencias entre el DT más ganador de la historia del club y la dirigencia, y lo terminaron echando tras perder los primeros cinco partidos de manera consecutiva.

Eso dio paso al segundo motivo: la pésima elección de los técnicos. Tras la precipitada salida de Acosta, Lucio Benítez (presidente del club en ese momento y quien se supone debía conducir la faceta deportiva) no supo a quién traer y buscó en primer lugar a Miguel Fullana, a quién habían echado por la puerta de atrás para traer al Beto meses antes. Tras la lógica negativa del rosarino, apuntaron por otro conocido de la casa, al cual le había ido mal en su paso anterior: Javier Lenciza.

Los primeros partidos del nuevo entrenador fueron peor que los anteriores, pero tras un par de traspiés logró encadenar tres triunfos seguido como local, lo que paradójicamente terminó siendo una mala noticia y dio lugar al motivo número tres del descenso: el insólito mercado de pases.

Con Carlos Macchi como cabeza visible del fútbol de Juventud, la dirigencia manifestó públicamente que estaba en búsqueda de cuatro refuerzos de jerarquía para torcer el rumbo. Sin embargo, todo ello fue una gran mentira, o se dejaron engañar por ese fugaz presente. Apenas trajeron un limitado marcador central y un aceptable lateral izquierdo. Una verdadera tomada de pelo al hincha.

Como no podía ser de otra manera, el veranito de triunfos en Gualeguaychú terminó rápido y volvieron las goleadas en contra fuera de casa y apenas unos empates en La Vía, lo que concluyó con el segundo ciclo de Javier Lenciza.

Ahora sí, última oportunidad, apostarán por un DT de peso para levantar al equipo. Nada de eso. El ignoto Matías Minich, con un puñado de partidos (más perdidos que ganados) como experiencia, y el final que ya todos conocemos.

La cuarta razón del descenso: las ambiciones personales de sus principales dirigentes, que derivaron en el desmanejo del fútbol. Lucio Benítez, presidente de la institución cuando arrancó el campeonato, poco a poco dejó de lado la conducción del fútbol y se dedicó a pelear por un lugar en la comisión del Carnaval para obtener mayor visibilidad, el cual consiguió ya que será el presidente en la edición 2023.

El vicepresidente, Felipe Martínez Garbino, ni siquiera viviendo en Gualeguaychú, enfocado en su puesto político en la subsecretaría de Asuntos Políticos de la Nación, y con intensiones explícitas de ser en un futuro candidato a intendente en la ciudad. Usar un club como trampolín político pocas veces termina bien, sobrados ejemplos hay a lo largo del país.

Y finalmente, el más obvio y no menos importante quinto motivo: el flojísimo rendimiento de un plantel sin alma. Históricos, refuerzos… casi ninguno estuvo a la altura. En 31 partidos que disputaron perdieron 20 y recibieron 55 goles en contra. Inviable por donde se lo mire, sin amor propio salvo en un par de encuentros, y con una falta de recursos asombrosa.

El comentario seguramente será injusto para cuatro o cinco que pusieron el pecho aunque quizás no le correspondía, pero el vacío es tan enorme que es difícil rescatar a alguien.

Vendrán tiempos muy difíciles para Juventud y para el fútbol de Gualeguaychú, que tras un par de años de auge en la B Nacional hoy se ve en lo más profundo de los últimos casi 20 años, sin ningún equipo que lo represente por todo el país.

(*) Periodista del Diario El Día de Gualeguaychú.