Por Belén Zavallo 

Especial para ANÁLISIS

“Gestionar cultura se hace si es real, o sea, si no es el ego el que habla, sino lo comunitario, lo que le hace bien al grupo. Sueño, con dejar mi pueblo, demarcado por los nombres de los poetas argentinos que escriben hoy.”Sostiene, Alejandra "Pipi" Bosch*, a pocos días de la próxima edición del Festival de Poesía de Arroyo Leyes. “El sueño más elevado, dejar un testimonio, aquí está este pueblo, donde se festeja a los seres que escriben poemas”. Agrega la autora, en diálogo con ANÁLISIS. 

- Como poeta tenés una larga trayectoria, luego también tu rol como editora en Arroyo ediciones es ampliamente conocido y desde hace un tiempo, en nuestra provincia, comenzó a conocerse sobre el festival. ¿Podés contarnos todas estas facetas que giran en torno a lo poético, cómo es que se fueron dando? 

Cuando con mi familia, en el año 2015, nos mudamos a Arroyo Leyes, a 13 km de Santa Fe, yo trabajaba como docente en los barrios más pobres de Santa Fe. enseñaba a tejer, a reciclar la basura y hacía, taller literario con las señoras adultas, escribiendo diarios. Ese año publiqué mi primer libro de poesía; Niño Pez.

Por eso, cuando me instalé en un pueblo lindo, lejos de la violencia y la mugre de la capital de la provincia, mis ideas se desarrollaron a mil y pude concretar las ideas más revolucionarias en la vida de una persona. Yo era un ser triste, en tres años había perdido a mi madre y a mis dos grandes amigos pero tenía la posibilidad de hacer algo y lo hice. Empecé a publicar mis poemas y a publicar a otres, con Ediciones Arroyo.

- Detrás de tus proyectos hay una posición ideológica, hay una postura política que se explicita incluso en las tapas de los fanzines, en la venta de pan. ¿Cómo lográs conjugar este compromiso en tus ideales en un ámbito que suele ser mercantilista?

Un proyecto de editorial alternativo, federal y autogestionado. Vendemos pan casero para pagar imprenta.

Soy una escritora y lectora fervorosa. Mi vida es la escritura, escribo todos los días. Tengo publicados seis libros hasta hoy, cinco de poesía y una novela. Actualmente termino, la segunda novela y escribo otra, con mi hijo Julián.

- El festival se desarrolla desde hace tiempo, contanos su dinámica, cómo coordinás para que, poetas tan reconocidos, lleguen hasta Arroyo Leyes.

El festival es una forma de conmemorar la amistad y el compañerismo, es un homenaje a mis amigos muertos, ellos fueron mis hermanos y viajamos juntes, hicimos de nuestras juventudes, un placer de ser vivido. Creo que hay que juntarse para ser felíz, para tener amigos, para comer la misma comida, para caminar por las tardes, para contarse secretos. Creo en una vida de pasiones y compromisos con las ideas que nos encienden. Así vivo y creo, así voy a morir.

Creo que gestionar cultura se hace si es real, o sea, si no es el ego el que habla, sino lo comunitario, lo que le hace bien al grupo. Sueño, con dejar mi pueblo, demarcado por los nombres de los poetas argentinos que escriben hoy.

Por eso el proyecto de Reserva Poética es el sueño más elevado, dejar un testimonio, aquí está este pueblo, donde se festeja a los seres que escriben poemas.

Con Ediciones Arroyo ya publicamos 72 poetas y estamos publicando poetas de los países limítrofes, Brasil y Uruguay, en breve, Chile. Reciclamos los sachets de leche y las cajas, que los vecinos juntan para la editorial y avanzamos. Trabajo con mi hije, que es un artista bello, ilustrador y poeta, que me acompaña en este viaje. 

-Debe ser duro romper con el aislamiento impuest por protocolo y también el otro que por lo bajo siempre está. El particularismo, el egoísmo. Y aún así, seguir sosteniendo tus proyecciones mantener el desafío. ¿Qué te lleva a aferrarte de esta manera a poner el cuerpo por encima de las adversidades? 

Creemos que el reconocimiento que tiene la editorial y el festival es porque se reconoce la buena onda, la persistencia en las ideas, la posibilidad de hacer y vivir como se desea.

La pandemia ha puesto a muchos en remojo, y a pensar realmente si el capitalismo vale la pena. Si es posible pasar nuestro tiempo histórico trabajando, produciendo para que funcione una maquinaria asesina. 

Yo hace años que prefiero ser pobre, y no cómplice, por eso dedico mis días a cuidar de mi casa, mis gatitos, mi perro, mis poemas, los libros que fabrico para otres, y a acompañar a mi hije, en esta lucha tan desigual. Es un mundo desigual el nuestro, pero que tiembla de miedo ante la posibilidad que nos juntemos todes para ser felices.

Yo hago eso, organizo y gestiono para proponer otras formas de distribución de los saberes, para decir “seamos responsables de la basura que producimos, transformemos, reciclemos, re aprovechemos, y hagamos cosas que queden como recuerdos de la alegría”. Como cuando, escuchás una canción y te ponés a bailar o no podés evitar llorar de la emoción. 

- ¿Cómo se va a desarrollar este año con la particularidad de la pandemia?

En esta edición del festival, que espero sea la única de modo virtual, se subirán los videos de lecturas de los poetas que participan, unos 60 más o menos, y bueno, es una manera de seguir adelante, con las formas que nos permite la pandemia. Ya podremos volver a juntarnos y a llenar el pueblo de poetas alborotades pululando por las calles de arena, cual pajaritos.

*Alejandra “Pipi” Bosch nació en la Ciudad de Santa Fe en 1967. Vivió en Brasil durante 10 años hasta el 2000. Estudió Letras en la UNL y Artes Visuales en la Escuela Provincial Prof. Juan Mantovani de Santa Fe. Es diseñadora de indumentaria, artesana tejedora y docente. Organiza el Festival de Poesía de la Costa y edita el Diario de Poesía: Línea C, colectivo poético. Publicó Niño Pez (Del Aire, 2015), Malcriada de acuario (Objeto Editorial, 2017) y Un avión, su piloto y un pájaro (Caleta Olivia, 2017). En editorial Arroyo intenta armar un buen catálogo, además de hacer un festival anual en Arroyo Leyes. También produce un ciclo cada dos meses, con tertulias literarias, en las que mezcla narrativa con poesía. En 2018 se publicaron poemas de Niño Pez en el colectivo literario brasileño  Mlulheres que escreven, con traducción de la poeta Valeska Torres.